Los derivados son instrumentos financieros utilizados por los profesionales de la inversión que -como su nombre indica- no tienen valor en sí mismos, sino que se derivan de otro activo financiero, denominado "subyacente". Estos productos se utilizan con diversos fines: para gestionar el riesgo, mediante formas de cobertura (hedging); para especular con las variaciones de los precios de determinados activos, a lo largo del tiempo (especulación) o entre distintos mercados (arbitraje); para apalancar las inversiones. Los principales tipos de derivados financieros son los futuros, las opciones, los forwards y los swaps.
La función principal de los futuros, que son esencialmente contratos (utilizados por los profesionales del mercado), es comprometer a las partes contratantes a comprar y vender un activo, fijando de antemano 1) el precio, 2) la fecha del intercambio. Son, si queremos ser más precisos, instrumentos estandarizados, negociados en mercados regulados y que proporcionan una "obligación de ejecución". En el mercado de futuros se entremezclan al menos dos de las funciones de los derivados mencionadas anteriormente: a) cubrirse contra un riesgo, si se teme que un determinado activo pueda apreciarse/depreciarse; b) especular, si se espera que un activo vea subir o bajar su valor. Entre las ventajas de los futuros se encuentra también la versatilidad con respecto al activo subyacente, que contiene una amplia gama de activos, entre los que las materias primas desempeñan un papel importante.
Pasemos ahora de la obligación al derecho a comprar o vender un activo en una fecha y a un precio fijos: se trata de instrumentos derivados específicos, denominados opciones. Se trata, por tanto, de un derecho (i) a vender, y en este caso hablamos de opciones de venta, o (ii) a comprar, y en este caso hablamos de opciones de compra. Una vez más, lo que subyace a su uso por parte de los profesionales del mercado son razones de cobertura del riesgo o de especulación; está claro que, en comparación con los futuros, el derecho a comprar y a vender pone un límite al riesgo, ya que o se decide ejercer el derecho o simplemente se paga la prima de la opción. Como puede leerse en la página web de Consob (la autoridad italiana de supervisión de los mercados financieros), los denominados warrants cubiertos, es decir, "valores que incorporan una opción", también pueden asimilarse a este tipo de derivados.
Al igual que los futuros, los forwards también son contratos entre partes contratantes que tienen por objeto la compraventa de un activo cuyo precio y fecha ya han sido fijados de antemano. ¿Qué los diferencia entonces de los futuros? Sencillo: los contratos a plazo no se negocian en mercados regulados y no son productos estandarizados.
Al igual que otros productos derivados, los swaps son contratos utilizados por los profesionales de la inversión y las instituciones financieras para intercambiar flujos de caja futuros, es decir, flujos de pagos, normalmente tipos de interés. De acuerdo con lo que se sigue indicando en la página web de la Consob, a continuación se exponen las cuatro formas más comunes de contratos de swaps de derivados.