La FED en el banquillo y Trump tuiteando desde la grada
Asesores financieros
Escrito por José Manuel Marín Cebrian el 14.05.2025
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Parece que en este peculiar partido de fútbol económico, la Reserva Federal ha decidido quedarse en el banquillo, calentando pero sin saltar al terreno de juego. ¿La razón? Bueno, resulta que el míster Trump, desde la grada (o más bien desde su cuenta de Twitter), no deja de gritar que bajen los tipos de interés ya. Pero la FED, con cara de póker y auriculares anti-ruido puestos, prefiere esperar a ver cómo termina el partido que él mismo ha empezado: la guerra comercial con China.
¿Y qué pasa mientras tanto? Pues lo de siempre cuando los nervios entran al campo: la inflación se toma un respiro, el empleo empieza a mirar de reojo al banquillo y el crecimiento... bueno, digamos que corre menos que un delantero con gripe. La FED no puede bailar al ritmo del “DJ Trump” porque su credibilidad está en juego. No se puede dirigir la política monetaria con un pulgar tuitero.
Al otro lado del campo, los PMIs globales —tanto el de servicios como el manufacturero— han bajado por debajo del umbral de 50. Traducción para los no iniciados: eso suena más a “vamos a enfriar la economía” que a una fiesta. Y ya sabemos que cuando la fiesta se enfría, no hay DJ (ni Twitter) que la levante.
Mientras tanto, los mercados financieros han decidido imitar a su líder espiritual, Trump, y se mueven también... a bandazos. Un día estamos en el miedo extremo, al siguiente en la euforia desatada, y al otro en el caos ilustrado. El índice VIX, ese “termómetro del pánico”, parece una montaña rusa operada por un operador borracho: sube, baja, da giros y nadie sabe cuándo va a parar. Entre la avaricia descontrolada y el pánico apocalíptico, el mercado parece más una telenovela de horario estelar que una plaza financiera seria.
Y en Wall Street, mientras los inversores celebran que el 78% de las empresas del S&P500 han superado las expectativas de beneficios, especialmente en salud y finanzas, los CEOs se encogen de hombros y dicen: “No me pidan pronósticos, ¡no tengo ni idea de lo que va a pasar!”. La incertidumbre comercial es tal que muchos han decidido dejar de hacer previsiones trimestrales. Eso, señores, en el mundo corporativo, equivale a decir: "nos tapamos los ojos y rezamos”.
Así que, en resumen, tenemos una FED esperando en el banquillo, una economía global que se enfría como cerveza mal servida, unos mercados que actúan como si les hubieran dado cafeína y ansiedad a la vez, y unas empresas que ganan hoy pero temen por el mañana. ¿La estrategia? Esperar que a Trump se le acabe la batería del móvil... o la paciencia de los mercados.
Un saludo desde Sherwood.
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